Es inútil querer prescindir de los avances tecnológicos, puesto que estos se han inmiscuido profundamente en todas las esferas vitales del hombre. Vivir en una época como la nuestra significa adaptarse y respirar en torno a una extensa gama de aparatos y tecnologías derivados del ingenio humano en su afán de encontrar maneras de facilitar su vida y acceder al control de los fenómenos naturales que le rodean. Es por ello que resulta necesario conocer los diversos dispositivos disponibles en nuestro tiempo para comprender de qué manera pueden hacer más sencilla y llevadera nuestra existencia.
Los sensores, son un ejemplo bastante claro de tecnología que nos ha permitido realizar actividades que en el pasado no podíamos, o al menos no de manera óptima y eficiente. Un sensor se define como un sistema de detección, el cual es capaz de localizar magnitudes de naturaleza física o química y transformarlas en variables de tipo eléctrico. Existen una amplia multitud de estos, por ejemplo, los sensores de movimiento, de temperatura, de proximidad, etcétera. En esta ocasión, hablaremos sobre un tipo específico de sensor, cuyo uso es bastante popular en el sector industrial, a saber, el termopar tipo K. Antes de explicar con detalle en qué consisten y como están conformados, es necesario hacer una breve revisión de aquellos factores que han permitido su creación.
Transformar energía es fundamental en las sociedades contemporáneas puesto que nos hemos constituido a partir de los diversos energéticos que hemos conseguido manipular para nuestro beneficio. En cualquier sitio donde uno ponga la mirada, puede encontrar la existencia de aparatos que funcionan con energía. Asimismo, nuestra cotidianeidad está habitada por diversos sistemas encargados de convertir una energía específica en otra. No es de extrañar por ello que nuestro modus vivendi opere con el auxilio de los convertidores, los cuales operan según el principio de conservación de la energía.
Dicho principio afirma que toda energía no puede ser creada de la nada ni aniquilada totalmente, sino que sólo puede variar convirtiéndose de un determinado tipo a otro. Ejemplos de esto pueden encontrarse en los paneles solares que traducen el calor y la luz del sol en energía eléctrica, o los ventiladores que usan electricidad para transformarla en energía mecánica.
Por otra parte, para entender bien a los termopares del tipo K, es necesario comprender lo sistemas de medición. Medir es una actividad tan antigua que hasta la fecha sigue acompañándonos y ayudándonos en nuestro proceso evolutivo. Calcular y determinar las magnitudes de un objeto por medio de diversos instrumentos es de suma importancia, puesto que todos los artificios que nos rodean requirieron en algún momento de la medición para poder ser producidos. Las viviendas, los electrodomésticos, las calles, los alambrados de luz, entre otras piezas cotidianas para poder ser confeccionados necesitaron en algún momento de la medición, ya sea precisa o aproximada.
El termopar es un caso muy singular, pues logra reunir en sí tanto los sensores y sistemas de medición como los convertidores de energía, en ello radica su importancia para distintos sectores. Antes de mencionar las características, cualidades y funciones de estos dispositivos, es indispensable definir con claridad en qué consisten los termopares.
Se trata de un sensor utilizado para medir y calcular la temperatura de un medio. Este se compone de dos hilos mecánicos metálicos con los cuales se logra convertir la energía térmica en eléctrica. Estos metales en unión son cada uno diferentes en composición y generan una diferencia de potencial eléctrica pequeña derivada de la diferencia térmica entre uno de los filamentos de metal. Tal proceso es conocido como efecto Seebeck, aunque en realidad ya se tenía conocimiento de él antes de los experimentos del físico Thomas Johann Seebeck.
Para aquellos que desconocen este efecto de conversión lo explicaremos brevemente. Consiste en un procedimiento termoeléctrico en el que se convierte directamente la diferencia de una magnitud térmica a un voltaje eléctrico o viceversa. Una vez dicho esto se entenderá que los termopares son dispositivos que crean voltajes reducidos cuando hay una diferencia de temperatura en cada uno de sus extremos.
Los dos filamentos de distintos metales que conforman a estos aparatos, están unidos en un punto que constituye el foco de medición. Los dos extremos son denominados de forma distinta: uno es la junta caliente y otro la junta fría. Cuando el foco de medición se calienta se crea una variable eléctrica que es proporcional al nivel térmico. Dicho voltaje se produce debido a la diferencia de temperatura establecida entre las dos juntas. Es de menester mencionar que los termopares no miden la temperatura total sino sólo la temperatura diferencial entre ambas juntas.
Hasta aquí queda claro qué es el dispositivo en torno al cual gira este artículo. Ahora nos dedicaremos a explicar qué es ese objeto conocido como termopar tipo K. De manera general, funciona como cualquier modelo de termopar pero posee singularidades que lo distinguen de los demás modelos. Es de los tipos más comunes junto con el tipo J aunque a diferencia de este, posee una buena resistencia a la oxidación. Esto supone una gran ventaja aunque para ser honestos, no debe ser usado dentro de atmósferas reductoras sin ninguna protección. Tiene una amplia gama de aplicaciones y se encuentra disponible a un precio muy accesible. También es fácil de instalar, por ello usted mismo podrá implementarlo dentro de sus instalaciones. Está fabricado con Cromel (aleación de Ni-Cr) y alumel (aleación de Ni.Al), además, es capaz de soportar temperaturas desde los 90 hasta los 1260 grados centígrados y en temperaturas criogénicas desde -200 grados centígrados.
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